lunes, 22 de junio de 2015

EL SEXTO ETIOPE. ( Artículo publicado en El Pedal de Frodo, el 22-6-15)

EL SEXTO ETÍOPE

GLOBEREANDO CON GUILLERMO PRIETO
(Ciclista profesional adaptado)

Por Rafa Simón. Nuguse, Getaso, Haile, Kubron y Goyton llevan ya unos minutos nerviosos. Repiqueteando incesantemente con sus calas sobre el asfalto. Da igual por donde miren. A su lado saben que se encuentra lo más granado del pelotón amateur. Les han hablado un poquito de cada equipo. Euskadi, Lizarte, Caja Rural. Que tengan ojo, que hagan lo que puedan. Que intenten seguirlos. Para ellos, cada pedalada que den, supondrá un premio. Ahora los vigilados son ellos. Sonríen. El speaker les ha citado. Arrojan su blanca dentadura hacia fuera. Saludan al numeroso público. Rebosan felicidad.
Llegaron a Idiazabal (Gipuzkoa) hace apenas una semana, de Wakru, enEtiopía. Allí dejaron un sol ortiga con quemaduras, un viento que escupe polvo gris, que agrede los campos, que devora el progreso. Pero les ofrecieronun billete. Volar por un rato. Tener la oportunidad de crecer como ciclistas, por un tiempo, en el País Vasco.
Una iniciativa, llamada Ethiopia Cycling Academy-Ner Group apostó por invertir en el olvido, en Wakru. Agrupó esfuerzos y se trajo a estos cinco chicos. Y a Temesgan, un Director deportivo. Para formarles. Por un tiempo. Vinieron en un avión, imposible dormir. Tantas cosas que mirar desde arriba. Las garras de la miseria se quedaron abajo. Atenazadas, sin poderles robar ningún tiempo que perder. El justo para que se olviden de sus antiguas bicicletas labradas en hierro y óxido, para que disfruten de una Orbea, de una equipación a la última, nada que ver con esos maillots deshilachados que día tras día utilizaban en su país como mono de trabajo.
Tras la salida, los cinco etíopes permaneces a cola de pelotón. Los primeros kilómetros son increíbles. Llovizna. Getaso levanta la cara. La lluvia es santa. Trae verde, trae frutos. No recuerda cuando llovió en Wakru la última vez. Y hay túneles escavados sobre las montañas por donde el pelotón circula a toda velocidad. Como en Idiazabal, la localidad gipuzkoana donde les han habilitado una bajera, para que vivan y guarden sus bicis. Ni un bache. En Wakru hubiese habido ya más de una caída. Aquí sólo el agradable sonido de sus ruedas sobre el asfalto relaja. A pesar del esfuerzo.
Pero puede que ninguno de ellos sea consciente de que falta un sexto corredor. Alguien que no está en esa carrera, pero que pedalea por ellos, para que tengan más recursos.
Guillermo tomó la salida horas antes en otra prueba, en laQuebrantahuesos y decidió no acabarla en Sabiñánigo, como el resto de ciclistas. Incluso Miguel Indurain, con quien compartió miseria en el Portalet le dijo que estaba loco, que no sabía lo que hacía. “¿Tú estás seguro?. El calor puede terminar contigo”, le dijo. Guillermo le sonrió. Orientó su bicicleta hacia Valladolid, la localidad donde reside. Decidió regresar a ellapedaleando. Quiso añadir 500 kilómetros a los 200 ya realizados. Bajo el calor que indicaba “Miguelón”. Como si pedaleara en Wakru. Solo. Sin sentido.
Cuando se lo contó a Indurain, no trató de impresionarle, ni de demostrar nada. A su cuarentena ya pasada, pocos son los que no admiran su entrega. Su apoyo a la gente con minusvalíaÉl también la tiene. Con una prótesis que disfraza una pierna izquierda que no existe de rodilla para abajo, decidió lanzarse a la agonía para recaudar dinero para los otros cinco chicos.
Su compañía se redujo a su hermanoun amigo, tan sólo unos kilómetros, y a su mujer, a Gema. Ella siempre perenne. A escasos diez metros de su rueda trasera, para asistirle como coche de apoyo.
Durante su viaje, tras haber completado la “QH” en apenas seis horas y seis minutos, dejó la compañía de los otros ocho mil participantes. Se abandono al bochorno de la tarde. Al frío de la noche. Al viento que ralentizaba su trazada. A sus pensamientos. Sólo paró una vez, en Nájera, porque el sueño podía, porque las estrellas ya no guiaban. Porque necesitaba quitarse el muñón, aunque fuera un rato. Porque le rasgaba el ánimo de puro dolor en cada pedalada. Un ratito. Dos horas recostado en el sofá del coche. Y un abrazo, el de Gema, la que siempre estuvo ahí desde que una máquina le segase hace unos años. La que ahora se ríe recordándole la rojez de su nariz, totalmente abrasada por el sol.
Tras el parón, encontró un amanecer ventoso, siempre en contra de sus intereses. Pero se defendió con un escudo en forma de dorsal. Desafiante en el centro de su manillar. Con el 151que utilizó en la Quebrantahuesos. Y luego vino el frío matinal de Burgos, donde tan sólo el Cid Campeador desde lo alto de su caballo parecía querer indicarle con su espada erguida la dirección de su hazaña, de Valladolid.
Pero antes se enfrento al calor que, de nuevo, se apoderaba de su esquelético cuerpo, devorando sus brazos a quemazones, marcando aún más las arrugas y la sal en una cara que parecía querer pintar una sonrisa donde la miseria de una noche en vela sólo había instalado cansancio.
Pero un bálsamo aguardaba por delante. Tan sólo unos kilómetros más allá de un cansancio que rebotaba entozudez. A las afueras de Baltanás. Con el secarral del amarillo que corroe el verde que comenzó la primavera como último signo de soledad. Allí cruzó su camino con Roque,ManriquePedroIsaacMiguel,DomingoChemaJesúsFernandoy Andrés. Sus amigos. Una pequeña representación de quienes le acompañan en cada entrenamiento diario. Los que sabían que traía el estómago volcado. Lo agasajaron con risas, con abrazos. Lo escoltaron con admiración hasta Valladolid. A su ritmo. Permitiéndole que cada tres pedaladas pudiera levantarse sobre un sillín donde ya no podía apoyarse desde hace tiempo. Y detrás Gema. Con su música. Con su cara de sueño bien disimulada entrelágrimas de alegría. De comprensión. Ella entiende que Guille sea un loco. Un loco cuerdo, como Don Quijote. Un caballero errante. Una triste figura.
“¿Mamá, va muy rápido papi?”, preguntaba Vega, su niña, recubriendo de ingenuidad la gesta de su padre. Ella esperaba en Valladolid. Nerviosa. Fue la primera en lanzar su dedo índice al horizonte. En distinguir a su papientre el séquito de apoyo. 700 kilómetros y un día después de que terminase la Quebrantahuesos su padre culminaba su retoSu guiño solidario hacia Nuguse, Getaso, Haile, Kubron y Goyton.
Hoy son mencionados por otro speaker, en Munguía, en otra carrera, en otra oportunidad. Sin embargo, esta mañana hoy alguien les ha contado que hay otro chico que también corre para ellos. Aunque no estuviera en la salida de ayer. Ni la de hoy. Un tal Guillermo Prieto. El loco cuerdo. El sexto etíope.
Si quieres colaborar, todavía estás a tiempo. Cualquier donación puede efectuarse en la siguiente cuenta: ES18 2095 5313 8091 1467 4329
***Por RAFA SIMÓN

Muchas gracias a Rafa por su dedicación y a Frodo por su difusión. Un artículo espectacular y emocionante.

Si quieres ver el artículo en El Pedal de Frodo.PINCHA AQUI.

No hay comentarios:

Publicar un comentario